martes, 1 de abril de 2008

Quiero lo que está comiendo ella

No me he podido quitar la mala costumbre de vidajenear en un restaurante lo que están comiendo los demás. El 99% de las vece me parecen que lo de ellos está mejor presentado, es más sabroso o contiene una porción más grande. “¡Por qué no pedí eso”, me recrimino.
En el fondo, lo sé muy bien, es parte de esa manía humana de estar inconformes, que nos lleva a querer justo lo que no tenemos por la única razón de que lo tiene otro.
He visto a mamás ofrecerle a su niño chiquito un juguete. El niño dice ¡no!, y hasta lo tira, pero si otro lo niño lo agarra y empieza a jugar con el, enseguida el que rechazó el juguete, lo quiere y es lo único que quiere en el mundo, grita y patalea por ello. A los adultos nos parece una chiquillada, pero actuamos igualito, aunque no con juguetes.
Días atrás compré dos pares de aretes nuevos. Cuando los llevé a pagar, la cajera se les quedó mirando encantada. “Están muy bonitos”, me dijo. Y luego le comentó a su compañera de trabajo que estaba al lado: “cuando los veo en el mostrador no me gusta ninguno, pero cuando los clientes traen para pagar, todos me parecen lindos”. Entonces me acordé de lo que me pasa en el restaurante.
Porque aunque estemos contentos con lo que tenemos de repente se nos clava esa espinita de que el carro, la casa, la suegra, el trabajo, los estudios, el carisma o el gato del que vive al lado nuestro es superior.
Voy de visita donde una señora que tiene una casa enorme con una terraza grandísima. Le alabo el jardín y las flores. Enseguida me dice: “lo que pasa es que estoy encima de ello siempre, si vieras los tantos problemas que tenemos con los vecinos porque no limpian, la basura corre hacia acá y dejan a los animales sueltos”.
Y no me pareció que esta señora fuera inconforme o incapaz de disfrutar su lindo jardín, más bien me hizo reflexionar sobre que detrás de todo lo lindo y lo bello que a veces nos hace agua la boca hay algunos inconvenientes. No todo lo que brilla es oro.
Admirar lo que tienen los demás no es malo. Lo terrible es enfocarse demasiado en ello perder el tiempo admirando el plato ajeno, mientras el que uno tiene está bastante bien. Tanto así que del otro lado alguien nos lo está mirando con ganas.

1 comentario:

Dionisio dijo...

Soy exactamente como esos niños que tiran los juguetes. Me encantó tu post. La verdad, lo que pienso es que si lo tuvimos primero, tenemos un derecho de exclusividad, así que podemos ponernos celosos si queremos.
Volveré pronto.
Saludos.

Dioni